martes, 29 de noviembre de 2011

Memorias de Memorias: Entrevista con Eduardo Rivera


México D.F. a 18 de noviembre de 2011

De Brigadista a Brigadista

Texto: Claudia Ivette Rojo Hernández

Memorias de tu Ciudad INJUVE DF


En esta ocasión conoceremos acerca de la vida de un joven que, como muchos otros jóvenes, se desenvuelve, crea y sueña en una ciudad multiforme y diversa: el Distrito Federal (D.F.).:Eduardo Rivera.

Eduardo es brigadista de Memorias de tu Ciudad en el Instituto de la Juventud (INJUVE D.F.), estudia Comunicación y Cultura en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), en el campus San Lorenzo Tezonco, ubicado al oriente de la ciudad.

Además de su oficio de comunicólogo, Eduardo tiene la gran pasión por la escritura. Averigüemos más acerca de su faceta como literato:


¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Lo que más me gusta hacer es escribir, leer mucho, echar la chela con los cuates y también con la bandita del INJUVE, cuando se puede.

¿Cuál es tu escritor favorito?

Mis escritores favoritos son varios, no me gusta tener sólo uno, porque varios de ellos te ayudan al momento de escribir. Pero los autores que más me han apasionado son: Charles Bukowski, Julio Cortázar, Jorge Luis Borge y Eduardo Galeano. De todos ellos obtienes bastantes cosas, cada uno de sus escritos tiene temáticas diferentes: Bukowski te habla de las calles, de la ciudad, de lo desconocido de Estados Unidos; Borges te mete a mundos fantástico y un poco de ciencia ficción; Cortázar es muy juguetón con las letras, inventa palabras; y Eduardo Galeano es muy reflexivo en el contexto latinoamericano, puesto que es lo que más nos preocupa como latinoamericanos y él lo que hace es hablar de ello, de lo que nadie se atreve a hablar ni escribir.

Tú escribes, ¿verdad?, ¿en qué géneros escribes?

Mi fuerte para escribir es el cuento, de vez en cuando me dedico a la poesía y de vez en cuando al ensayo, tengo siempre en la cabeza hacer una novela, pero mi fuerte es el cuento, aunque la minificción me está gustando.

¿Cuál es la temática a la que recurres en tu narración?

Ronda en lo que se llama “realismo sucio”, es una temática que habla de la vida cotidiana, de cosas que pueden suceder o no, entrando en temas de verosimilitud. El padre del “realismo sucio” fue Raymond Carver. Charles Bukowski y Antón Chéjov también hablan de ello y se les considera dentro de esta corriente.

¿Dónde difundes tus textos?

Donde se pueda, el principiante tiene que buscarle, ya sea en revistas electrónicas, en concursos de textos. Aquí, dentro de la UACM me han publicado en una revista que se llamaba Letras Universitarias, me publicaron tres textos. Actualmente tengo un ensayo que me van a publicar en una revista que se llama Palabrijes, mandé y fui seleccionado para publicación; es buscarle. De hecho ahorita estoy haciendo un wordpress que se llama Fabrica de letras, ahí lo que intentó hacer es difundir la literatura de la nueva generación de escritores.

¿Cómo te visualizas en diez años?

Más viejito, un poco más llenito (risas)… En diez años, quizá consagrado como un comunicólogo, con la intención de seguir difundiendo la literatura, agregar a las personas para que se enseñen a leer, que sepan que la lectura no es aburrida sino que es algo que se puede disfrutar, dejando atrás esos textos de la secundaria, de la prepa, que son normalmente muy académicos y aburridos; romper esos esquemas. Dicen que en México no se lee, sin embargo hay gente que lee el “Sensacional de la semana”, “El libro vaquero”, sí hay una lectura, pero una lectura no tan rigorosa como se pide, sin embargo sí se lee en México.

En diez años… pues tal vez publicar algún libro, terminar la novela que tengo en la mente.

Aparte de la escritura, ¿qué más disfrutas?

Leer, me gusta mucho leer, me gusta estar con los amigos echando la chela, echando el café con la banda; bastantes cosas…

Por último. Como joven de la Ciudad de México, ¿cómo ves el panorama actual en cuanto a lo social, cultural y artístico?

Como joven dentro de lo social nos vemos muy atacados, los jóvenes de las colonias populares son los más marginados, siempre estamos luchando día a día tratando de sobresalir, rompiendo los esquemas que se tiene del joven del barrio que se les inculca a las masas.

En lo cultural nos falta mucho, nos falta abrirnos más, falta abrir más camino a que la gente se acerque a la cultura, que no sólo se quede con la idea de que es la música clásica, escuchar las orquestas, ir a ver la exposición de un cuate muy importante; la cultura no sólo es eso, en la cultura se trata de concientizar a la gente, de que ellos mismo perciban lo que es un concepto de cultura.

Artísticamente faltan muchas cosas, faltan más exposiciones al aire libre, más exposiciones donde no te cobren, más cine gratuito; que se difunda el cine, que se difunda la literatura, que se difunda el arte, sin eso no podemos sensibilizarnos. Tal vez por eso la sociedad en la que nos desenvolvemos está muy individualizada, no hay una onda de conocer al otro, de entrarle a su mundo; entonces, si no conoces al otro y no te conoces a ti mismo, no puedes concientizarte tanto en lo social, como en lo cultural y en lo artístico.


Contacto con Eduardo Rivas

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lunes, 28 de noviembre de 2011

SOATZIN

Bertha no se atrevía a salir de su habitación, y únicamente repetía para sí misma: “oigo sólo lo que quiero oír”, sin embargo, esto no era cierto, ya que había escuchado muy bien a su tía decirle desde fuera: “Mi niña, he sentido muchísimo lo que ha pasado, y verdaderamente sale de mi corazón el pésame más grande. Lo único que te aconsejo es que tengas fuerza de voluntad para soportar semejante pena, no te preocupes, bla, bla, bla…” Pero ¿cómo podía ser eso? ¿Cómo no habría de preocuparse? Y casi no se daba cuenta, pero las lagrimas rodaban por sus mejillas sin siquiera pedir permiso.

De pronto, como no queriendo quedó inmersa en pensamientos antaños, en donde su madre le hacía los mimos que de niña tanto le gustaban, recordó también cómo molía masa y mantenía encendido el fogón, para que el viento que entraba por el resquicio se sintiera menos, de igual manera añoró beber café caliente y esbozó una sonrisa cuando pensó en lo mucho que le gustaba sorberlo hasta que no le quedaba lengua. Y así pasó un largo rato hasta que vino a su memoria el día en que su progenitora se fue a buscar al Norte de América un futuro mejor para ambas, de lo anterior Bertha no estaba tan segura, ya que lo único que hasta ese día sabían era que Sara –como se llamaba su madre– lavaba coches, como su abuela nixtamal.

En ese segundo, odió el día en que su madre se marchó. ¿Por qué lo hizo? ¿No vislumbró lo triste que su hijita se pondría en este solitario lugar? Aunque su tía siempre la cuidaba, le compraba zapatitos, le hacía bocolitos, y ella reía ruidosamente, siempre se acordaba de su mamá, la extrañaba y chillaba, como lo hacía el papán que afuera de su casa vivía.

Por extrañas razones (o no tan extrañas), recordó que a ella los gringos le caían muy gordos, con todas sus cualidades y sus defectos, pero lo que no podía tolerar era su hipocresía; eso de que para todo uno tiene que ser “very decent and very proper”. Ella prefería a México en todo, por ejemplo, los ladrones jijos de la chifosca, bien cabrones, eso sí, pero como que hacían sus cochinadas con un poco más de gracia, los gringos en cambio se le hacían sangrones de nacimiento. Por eso mismo no entendía por qué su mamá había decidido ir a trabajar por allá.

En eso estaba, cuando en un de repente, sintió como si su corazón se hubiera caído, quebrado, y los pedazos que quedaban se hubieran ido volando a buscarla, para así volver con ella y despedirse como debe de ser, como se despiden los oriundos de este pueblo. Y, ¿cómo es eso? Pues bueno, cada uno en el río, cruzando cada cual con su perro, obviamente con su morral ataviado de recuerdos, aguardiente y tamalitos, no olvidando por supuesto las velas para alumbrar los caminos; eso pensaba cuando de súbito se hizo conciente de que la realidad era otra, entonces abrió muy grandes los ojos y supo que su madre había muerto, se levantó y Bertha, sin más, abrió la puerta para enfrentar lo que duramente había acontecido.

Por: Angélica Cortés

martes, 22 de noviembre de 2011

¿Quién dijo qué es bullying?

Ahora resulta que a mi amigo “el gordo” no puedo llamarlo así, que porque lo que hago es reproducir un fenómeno llamado bullying. ¿Quién diablos conceptualizó eso? Seguramente fue una persona sin amigos, alguien a quien nunca se le dijo de cariño algún apodo, aquél que su único compañero de clases fue la soledad.

Se dice que desde siempre ha existido pero que hoy día se encuentra en su auge; lo que yo creo es que a recientes fechas la moda ha logrado incrustarse severamente, no sólo en la forma de vestir sino también en la manera de relacionarse, como en todo, la cuestión es ponerse al tanto y qué mejor forma de hacerlo que escuchar de todos los docentes: “en mi grupo el divo bully se hace presente”. Pareciera que nombrarlo dota de conocimiento a quien dice detectarlo además de reconocerle la labor.

Hoy en día se dice dar un seguimiento a los comportamientos de nosotros los jóvenes en la interacción con nuestros compañeros para garantizar una sana convivencia, he llegado a pensar que más que lograrlo, ello resultará en una especie de individualidad donde la convivencia sea lo último que se consiga; no poder jugar fútbol americano por aquello de la tacleada, me suena de lo más exagerado. Es cuando llego a cuestionarme: ¿qué se entiende por bullying?

Por si fuera poco, las bromas que se les juegan a las chicas a la hora del receso deben ser suspendidas, no puedo ya dirigirme a mi compañera como “la china”, debo nombrarla Guadalupe, eso es alarmante pues ahora, ¿cómo notará que la estimo?, si ella misma comentó que de cariño le dicen así. Me parece que era más atinado cuando se creía que el molestar a una compañera se debía a un interés, lo acepto, más de una vez jale del cabello a la niña que me gustaba.

Platicar con mis compañeros de clase me es casi imposible, es como si debiera recodificar un lenguaje que deja de ser mío para volverse ajeno. No puedo referirme a Juan diciéndole: ¡qué onda, güey! al mismo tiempo de recetarle un sape, porque señalan una doble agresión, que según es verbal y física, cuando lo único que significa para mí es un saludo a mi compañero del alma; lo conozco desde pequeño y siempre nos hemos llevado así.

Me es difícil comprender los límites de lo que supuestamente ejerzo, más aún cuando escucho a la profesora acusarme con la directora, diciéndole: “el joven Pérez se dirigió de manera inapropiada y le dio un golpe al alumno del labio leporino…” ¿Quién dijo qué es bullying?

Mayra Salinas

Ciudad de México

Ciudad de México
la noche