jueves, 3 de noviembre de 2011

El triste canto



El canto de ballenas es un espectáculo que pocos mortales se pueden dar el gusto de presencia, debido a que son pocos los lugares donde aun persisten; digamos que son privilegiados, ya no los que han escuchado los sonidos que emiten, sino quienes las han visto en vivo.


Esto va más allá de la condición económica que podamos tener. Lamentablemente esa no es la razón principal que posiblemente nos impida a nosotros o nuestros hijos presenciar dicho espectáculo. Pensemos un momento en qué tanto daño hemos hecho directa o indirectamente al hábitat de estos colosos del mar: Desde que lanzamos una botella a cualquier contenedor de agua de nuestro alrededor (ríos, lagos, pozos, etc.), sólo por la pereza de no colocarle donde debería ser depositada toda la basura, la cual irreparablemente dañará el medio marino.


Esto en el mejor de los casos, pero, ¿qué pasa con los desechos que las empresas tiran a diario en los diversos depósitos de agua? ¿Qué sucede con los cazadores que furtivamente las cazan? Éstas y más cuestiones pueden atacar continuamente nuestra cabeza y por consiguiente nuestra conciencia, pero, una cosa es hacer conciencia y otra muy diferente es hacer conciencia y pasar a los hechos. Podemos empezar esta ardua tarea por la clasificación de nuestra basura en orgánica e inorgánica, evitando tirarla en depósitos de agua, utilizando detergentes biodegradables, en fin, hay gran cantidad de acciones que podemos empezar a llevar a cabo para evitar la extinción de ésta y más especies animales, pero no hay mayor acción que crear una conciencia de acción entre las actuales y futuras generaciones, sobre cómo preservar nuestro medio ambiente, el ejemplo es la mejor manera de demostrar nuestras tesituras, la vida multianimal no puede esfumarse por nuestras acciones negativas, recordemos que la naturaleza tiende a eliminar los factores que la destruyen, no seamos víctimas de nuestros propios errores.


Esperemos que estas ocasiones no sean las últimas para escuchar los cantos de las ballenas, y que sólo tengamos el consuelo de verles en vídeos y fotos.


Omar García

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