Una sinfónica tarde en el metro capitalino
Domingo, 30 de octubre de 2011. Todo parecía normal en la estación del metro Zócalo de la línea 2, gente entraba y salía, el murmullo parecía cosa cotidiana, a excepción de la salida hacia la Catedral, un chico de camiseta anaranjada anunciaba la extraña noticia de que entrar al metro por ese lado era imposible.
Intrigado por el hecho, me dispuse a entrar a la estación por otro lado, sin embargo, no me encontré con alguna conducta que pudiera parecerme extraña por lo que había visto y escuchado hace rato. No obstante, me encontré con una aglomeración de personas en la salida bloqueada, con un poco de curiosidad, me acerqué y mi atención se quedó en el lugar cuando comencé a ver instrumentos musicales salir de sus estuches para ser afinados y utilizados para extraer de ellos hasta la más exquisita gota de música que se pudiera. Me dispuse a esperar, pues creí que se trataba de algo bueno. Y en efecto, se trataba de algo bastante bueno, de la orquesta sinfónica del Instituto de la Juventud del Distrito Federal.
La orquesta se dispuso a instalarse en la estación del metro Zócalo, para dar un pequeño concierto alrededor de las 3:15 de la tarde, ya con un poco de gente en el punto de encuentro, el gremio sinfónico se preparó para iniciar con el repertorio.
Mi ignorancia me impidió identificar el nombre de las melodías, tampoco pude preguntar por estos nombres; por otro lado, me agradó el ambiente que se respiraba en ese sitio, en ese momento, veía a felices personas que se encontraban siguiendo a punta de palmadas las composiciones que la orquesta ejecutaba con singular decencia, así como más y más personas acercándose al lugar.
Al final del concierto, me dispuse a dar media vuelta y retirarme del lugar, pues se encontraba un hombre dando un discurso vacío que más bien se acercaba más a la podrida política y a algo que podría verse a simple vista como un comercio de votos, cuando en realidad, debía ser un discurso dedicado a difundir el trabajo de éstos singulares músicos, jóvenes como cualquier otro que vive en esta ciudad.
Yuri Granados
No hay comentarios:
Publicar un comentario