Debajo del reloj
Punto de encuentro para chilangos y no chilangos, en cualquier estación del metro tiene que haber un reloj; ya sea descompuesto o con minutos adelantados en el.
¿A quién no le ha pasado? Al llegar a la estación acordada de la cita ha visto a un número considerable de personas, mirando relojes o checando la hora en su teléfono celular.
Unos tienen la fortuna de que la persona citada sólo se ha retrasado por que el tren en el que viajaba se quedó “parado” en el túnel, pero hay personas que llevan más tiempo esperando y cuando uno esta a punto de partir de ahí… ¡aun siguen esperando!
Algunos impacientes tratan de marcar al celular del susodicho, pero sólo tienen respuesta del buzón de mensajes—posiblemente ya venga en este vagón—se consuelan los pobres en sus mentes, para aguantar, tal vez, unos 5 minutos más.
Inteligentes personas, sabiendo que su amigo es un poco tardado prefieren ir a sus anchas y esperar a que el vagón venga un poco vacío para llegar a la estación acordada; tal vez irse a comprar un helado, pizza o torta en los locales ubicados dentro de la estación; la mayoría de esos puestos son encontrados en las estaciones de metro con más concurrencia; o mejor dicho, las estaciones que tuvieron por fortuna ser correspondencia de otras líneas.
Aun así estos listos humanos, llegan debajo del reloj, tal vez unos 10 minutos después de la hora acordada y el susodicho aún no ha llegado, esperarán, podría ser unos 20 minutos; finalmente el amigo saldrá de los vagones, lo saludará, se disculpará, y estarán listos los dos para partir a un nuevo punto, mientras otros más, esperaran o se quedaran plantados en este peculiar sitio.
Adriana Hernández Nieto
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